“He escuchado tu más hondo deseo. Todos aquí somos partícipes de tu sufrimiento y he descendido para hablarte. Más allá de la ciudad se abre una enorme cueva donde descansa el primer hombre. Yo te envío. Pues habrás de preguntarle por la canción más antigua. A tu vuelta tu deseo será mi acción.”
“El pueblo desnudo tiene en su interior más cine puro, más belleza inquietante y más reto poético en 30 minutos que la mayoría de las películas de largometraje que he visto este año”
La película me parece cine puro, algo raro de ver. Cine puro pero mezclado con pintura y poesía. Aún más raro de ver.
El protagonismo de la luz en el arranque con la vela como protagonista de la obertura me ha recordado los esquemas del musical, una especie de coreografía de la luz, con el protagonista redibujando con la punta de la vela los dibujos de las paredes. Un momento mágico que además se me antoja un homenaje casual o voluntario, eso no lo sé, al propio cine, que redibuja y repinta la realidad, el pasado y el presente, con la luz. Y que además ilumina a los hombres perdidos en la oscuridad y la desnudez de su existencia, tan bien reflejada en esas calles vacías y esas casas anónimas y ese anonimato envolvente de los interiores.
A ratos me ha parecido un musical sin música, o, mejor dicho, en el que la música la pone la luz, utilizada como alternativo instrumento musical, no sólo con la vela, sino con el sol y el resto de los elementos lumínicos presentes en el corto.
Me llama también poderosamente la atención algo que no suelo ver en cine, una corriente de intimismo reverencial que pelea con lo esencial del rostro humano y no tiene miedo a mirar a los ojos de los personajes.
Y al mismo tiempo posee una cualidad también difícil de ver en una pantalla, la capacidad para conseguir que a través de su aparente sencillez, cuidadosa y meticulosamente cultivada, se rebaje la carga de abrumador simbolismo que contienen sus imágenes, de manera que incluso sin comprender del todo cada una de las referencias simbólicas que el corto incorpora-brillantes los planos del protagonista de espaldas, que generan una tensión inquietante con el diálogo, porque el cine también debe ser género e intriga y además de contenido visual y simbólico, la película es un auténtico pulso con el suspense-, el espectador puede disfrutar igualmente asistiendo a una experiencia visual que recupera el carácter poético de la imagen sin recargarse. Ese equilibrio entre sencillez y complejidad es muy elocuente y digno.